lunes, 14 de marzo de 2011

Nº 36: EN EL AMAZONAS. 2ª PARTE.

(viene de la primera parte, en la anterior entrada)




10-3-2001.


A las 8 ya estábamos en el bote Fernando el guía, Rodolfo el barquero, cocinero, ayudante… (cómo diría mi abuelo, el “pinche”, siempre me gusto esa palabra) con sólo 14 años… que tío mas grande!
Hicimos una primera navegación por el Amazonas en el pequeño bote que nos acompañará durante todos los días. Después de una hora y media navegando por el Amazonas, nos desviamos un pequeño afluente. Allí pude ver higuanas y camaleones sobre las ramas cercanas al río, monos frailes comiendo frutos justo encima de la ribera del río, y un montón de aves que cruzan constantemente por el aire el río, gavilanes, águilas, buitres, un pájaro muy curioso lamada “gallito de las lagunas”, garzas blancas... a mi amiga Blanca le encantaría estar aquí, con lo que la gustan las aves. Había veces que se juntaban varios animales a la vez en diferente lado del río y no sabías a cual de ellos mirar…














Es impresionante la facilidad que tienen Fernando y Rodolfo para ver los animales… “mira, otro oso perezoso en aquel árbol!”… “donde? No lo veo… a sí, allí!!!”. No sé cómo lo hacen, que facilidad para ver entre las ramas y para escuchar los sonidos de la selva… una vez, Fernando me dijo a la décimo octava vez que le repetía lo impresionante que me parecía, “ Juan, estás en mi casa, me conozco esto como la palma de mi mano”…
El oso perezoso es el animal estrella aquí, además es el que en esta época de crecida del río, mas fácilmente se puede ver. En cambio, las boas, las anacondas y los caimanes, a mi pesar, se ven más fácilmente en las épocas de sequía, en Julio y Agosto.



El día era genial, había nubes en el cielo, pero no amenazaba lluvia y el sol estaba en todo lo alto, algo raro para esta época, cuando las tormentas se dan día sí, día también. La verdad es que he tenido muchísima suerte con el tiempo. Todos los días el cielo despejado, y lo que es mejor… todas las noches despejadas y con la luna iluminando.
Después de este preludio de lo que iban a ser estos días en el Amazonas, llegamos al lugar donde íbamos a montar el primer campamento a orillas del río. El primer problema nada más bajar del bote es que se acabaron los días de paz y disfrute con el viento en la cara y disfrutando del paisaje sin hacer ningún esfuerzo en el bote surcando el rio… nada más bajar del bote los enormes “zancudos” (mosquitos) hacen su aparición, y son despiadados… vaya tela!



Montamos el campamento, las hamacas donde vamos a dormir Fernando y yo (Rodolfo prefiere dormir en el suelo directamente, con un simple plástico y una mosquitera) y se pusieron a hacer el almuerzo. El arroz y el plátano frito nos acompañará durante todos los días, memos mal que me encantan!!! Solo llevamos una garrafa de 20 litros de agua, así que las comidas se cocinan con agua del rio, turbia como ella misma…“no te preocupes que la hervimos completamente”…
Nada más comer, Fernando y yo nos metemos en la selva. Hoy haremos una pequeña caminata de 3 horas. El calor y la humedad no son sofocantes, pero desde luego se hacen notar.



La cámara Réflex ya me está dando demasiados errores… los mismos que me dio al final del viaje a Asia. Parece que fue un problema de fabricación, y me cambiaron el objetivo cuando volví de allí y me dieron uno nuevo, pero me está dando el mismo problema, y justo me ha durado lo mismo que me duró aquel objetivo… es lo que tiene comprarse un objetivo baratillo…
Así que viendo el panorama de la cámara y que en la selva además de tener una buena cámara hay que ser un buen fotógrafo y yo de momento sigo siendo un principiante(encima la luz dentro de la selva no es la mejor) decido filmar a los animales y fotografiar sólo aquellos en los que sea fácil. Aquí no tienes más que 5 o 6 segundos para captar a los bichos… si no, se te van, y con la cámara de video puede ser más fácil. Y aún así, a veces es mejor ni sacar cámara ni nada y disfrutar del momento.



Nada más adentrarnos en la selva tenemos suerte y vemos un grupo de monos aulladores. Fernando parece sorprendido, no es muy normal verlos en grandes grupos, tenemos mucha suerte… yo también me debo emocionar porque me pasa lo típico que suele suceder en todas las grabaciones de bodas, bautizos y comuniones… la típica toma de tus zapatos y nada del niño comulgando, o nada de los monos aulladores… pues empezamos bien…
Es increíble la cantidad y variedad de mariposas que puedes encontrar en la selva. De diferentes colores (azules chillones, amarillos, marrón, verde casi fosforito…) y tamaños. La que más me ha gustado es la “mariposa búho”, tiene claramente los ojos y el color de un búho dibujados en sus alas. Y no menos son la cantidad de hormigas que también hay. Hormigas militares, todo el día trabajando, la hormiga bala, enorme y con una picadura que recordaría a un impacto del artefacto que la da nombre, y la hormiga fuego, que se hizo amiga mía a los pocos minutos… “jodé, lo que me ha picado Fernando, como escueceeee!!!” “no te preocupes, ha sido la hormiga fuego, su quemazón sólo dura 5 minutos de reloj, eso sí, parece que te ardiera la muñeca eh?”… ya ves! Menos mal que son 5minutos de reloj. Aquí no te puedes apoyar en ningún objeto vegetal, pero al mínimo descuido…



El uniforme para entrar a la selva es muy sencillo… tu ropa normal y unas catiuscas o botas de agua negras. Esta es la zona del Amazonas inundable y está llena de lagunas y charcas. Eso, y si eres el guía, también puedes llevar un machete de 30 centímetros, pero si no, no hay más…
No olvidaré el sonido de la hoja del machete al chocar contra las plantas de la selva. Y el del filo cuando corta las ramas. Ah! Y se me olvidaba, el repelente “anti” mosquitos, que me rio yo, también es fundamental en el equipamiento de la selva. Los zancudos han sido uno más de la expedición, una legión de ellos te siguen por detrás intentando picarte donde menos te esperas y lo consiguen, vaya si lo consiguen. En cuanto te paras un momento para hacer una foto o lo que sea… es un suplicio… vaya tela con los zancudos!



Lo que primero salta a la vista de la selva es que todo está a otra escala, todo es enorme, los mosquitos, avispas (menudas avispas…) arañas, murciélagos, roedores (el más grande pesa 30 Kg, y su carne es muy apreciada por los lugareños).
Los lugareños, esos si que merecen un comentario. Se suelen dedicar a la pesca y no son muy habladores, además no hay quien les entienda cuando hablan… es la leche que raro hablan!. Se ve que no tienen mucho contacto con el mundo exterior, ni con los turistas en general. Rodolfo, nuestro “pinche” de 14 años, por ejemplo no sabe quién es el Real Madrid, ni el Barsa… ni Cristiano Ronaldo, ni Messi, ni le gusta el futbol.. y nunca ha estado en la “gran ciudad”, como él dice, que es Iquitos. Una verdadera experiencia conocer a esta gente. Coincidí con varios pescadores a lo largo de los días, y de verdad que merece la pena charlar un rato con ellos. En una laguna inundable coincidí con varios que iban a por pirañas, uno de ellos llevaba la camiseta de España, pero no sabía que era del equipo de España.
Después de la caminata y de la cena (arroz con atún de lata y salsa de tomate, ah! Y plátano frito) nos fuimos a ver el atardecer con el bote a un pequeño recoveco que hace el río formando una especie de laguna. Allí empezaron a llamar a los delfines rosados, una especie típica del amazonas, y aunque resulte increíble, allí llegaron los delfines. Ya los habíamos visto por la mañana, pero de lejos, en esta ocasión sacaban el lomo completamente rosado delante de nosotros. (hasta yo me animé a imitar el sonido del delfín… que desastre…)



A la vuelta al campamente, Fernando y yo, fuimos a hacer una caminata nocturna. Conseguimos ver algunos monos nocturnos, las “ya típicas” tarántulas, murciélagos y toda clase de insectos. Después llega la hora de acostarse, a las 9:30 de la noche, en la hamaca que hemos colgado de dos árboles. De no ser porque estoy tan cansado no creo que hubiera podido dormir mucho, no es que sean muy cómodas la verdad, por lo menos no estoy acostumbrado a dormir en ellas, pero me quedé frito en “ná y menos” y eso que ya había empezado el concierto de aullidos, ruidos, quejidos, y bullidos nocturnos, y esta vez sí que se oían cerca… el que más me impresionó es el del “Cono-cono”, un roedor de 12 Kg, que hace ese ruido, y por eso se le llama así, se le oye constantemente “cono-cono!!! Cono-cono!!! Cono-cono!!!” es buenísimo! Igual que el único pájaro que tiene nombre y apellidos, el “Ivan Díaz”, se le llama así porque parece que gritara ese nombre constantemente, otro crack de la selva!
No puedo más que repetir lo increíblemente fácil que le resulta a Fernando ver a los animales o oír sus gritos y reconocerlos… es de verdad increíble. En cuanto se para y gira la cabeza en dirección donde oye algo, yo ya estoy sacando la cámara de vídeo. (To be continued..)

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