lunes, 14 de marzo de 2011

Nº 35: EN EL AMAZONAS. 1ª PARTE:



En sólo 5 días en el Amazonas te pasa de todo.
Te da para un pequeño relato, éste es:



9-3-2011

Llegué a Iquitos en avión desde lima, después de pasar los trámites de entrada al aeropuerto con un poco de apuro, no para mí, sino para el taxista, que no tenía los papeles del taxi en regla…
Desde el avión ya pude ver el entramado de los enormes ríos de agua marrón y afluentes que constituyen el Amazonas, es impresionante.
Llegué a Iquitos y la verdad es que esperaba más calor. Me habían dicho que el calor y la humedad aquí eran la leche, imposible de aguantar, y no ha sido así. Ha hecho calor y humedad, pero nada del otro mundo. Dentro de la selva si me hizo calor, pero en la ciudad, no. Me imagino que algo tendrá que ver que ahora estamos en el invierno del Amazonas, época de lluvias, y el calor y la humedad son mayores en Julio o en Agosto.
Lo primero que vi nada más bajar del avión fue una mariposa del tamaño de mi mano y de colores verdosos intensos volando cerca de donde se recogen las maletas… “esto promete”…



Tomé el taxi que me ofrecía mejor precio, y posiblemente lo hacía porque tenía alguna agencia de viajes que ofrecer y se llevaría alguna comisión. No lo suelo hacer, normalmente prefiero hacerlo por mi cuenta, investigar y comparar precios de agencias, pero en esta ocasión me fié del taxista que parecía majete y me llevo a varias agencias. Algunas de las que me nombraba ya había oído hablar de ellas, así que me dio confianza y fui con él. Las primeras no me convencían mucho, además eran campamentos con animales enjaulados y visitas a selva “secundaria”. Yo buscaba selva “primaria” y desde luego nada de campamentos en plan resort, ni animales enjaulados.
La agencia que al final me convenció, hablaba de selva “primaria”, animales libres y noches donde yo quisiera… en el campamento, o en un lodge, o en camping, o en una hamaca en medio de la selva, o incluso construir una cabaña… el precio era el mismo, yo decidía donde dormir. Tenía un barquero y un guía a mi disposición, y podíamos hacer los dos juntos el planing de la excursión.




Lo mejor de esta agencia era que nos íbamos a mas de 200 km de Iquitos, selva completamente primaria, pero lo malo es que me quedaban otras 4 horas más de viaje, porque decidí salir lo antes posible a la selva y de esta forma aprovechar un día más. Otra cosa "mala" es que si no tienes suerte no ves ningun animal, porque para eso estan en libertad, pero merece la pena arriesgarse y verlos libres en su habitat. Así que después de dar una mini vuelta por la ciudad de Iquitos y ver el increíble tráfico de “mototaxis” ( o “motokar” como aquí los llaman) en plan carrera de motos (da igual que lleven o no pasajeros, se van metiendo rueda constantemente y adelantando en cada curva a toda leche… y son más de 100.000 los que hay en la ciudad, de hecho hay más del doble de coches…) me fui con mi nuevo guía Fernando a las 5 de la tarde hacía Nauta, la puerta al Amazonas Peruano.
Fuimos en un taxi compartido con otros dos pasajeros hasta Nauta. Ya llevábamos todo lo que necesitábamos, todas las provisiones. Llegamos a Nauta a las 7:30 de la noche. Así que nos tocó navegar en el Amazonas de noche cerrada durante otras 2 horas. Menuda experiencia!!! Íbamos en el pequeño bote de no mas de un metro de ancho, el barquero, Fernando y yo.



Un pequeño techo a dos aguas hecho de paja cubría parte del bote. Fernando iba delante, iluminando con una linterna de 100 metros de alcance, el barquero detrás, manejando el motor, y yo en medio… alucinando, por estar navegando en semejante sitio durante la noche y ver a Fernando en cuclillas en la proa del bote iluminando las orillas y los troncos que en esta época del año arrastra el río, que imagen!.
El tiempo era perfecto, así que no tuvimos ningún problema. Primero navegamos por el río Marañón, después llegamos donde se junta con el río Ucayali, y es justo en ese punto donde nace el mítico amazonas, en la confluencia de estos dos enormes rios.
A las 9:30 de la noche estabamos en el campamento, donde nadie nos esperaba ya que no se pueden comunicar con la agencia. Allí no hay ni móvil, ni radio, ni luz… con lo que tuvieron que improvisar una cena para el único turista que iba a cenar esa noche allí, puesto que en esta época no hay mucho guiri por aquí. Arroz pl{atano frito y pollo.
“Mira quién te da la bienvenida, Juan” me dice Fernando, una “araña lobo” del tamaño de mi mano, descansaba en el pomo de la puerta de mi habitación… “y ahora como abro yo?”…



“Mientras esperamos a que esté tu cena, hacemos la primera incursión nocturna en la selva?” me preguntó Fernando, “como no!”. Y allí que nos adentramos. Nada más entrar me acordé de la noche que pasé en la selva de Thailandia… los ruidos nocturnos fueron impresionantes. En esta ocasión eran completamente diferentes, aullidos, quejidos, ranas y sapos formando una gran orquesta, y algún que otro bufido a lo lejos, te hacen darte cuenta de donde estás metido.
Esa primera noche, vi mi primera tarántula, murciélagos, hormigas fuego, y toda la clase de árboles raros y plantas extrañas que jamás vi. A la mañana siguiente la “orquesta” nocturna había dado paso a las aves y las chicharras, y cuando me desperte por fin vi el sitio en el que me encontraba. (To be continued…)

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